La Esclerosis Múltiple (EM) es una enfermedad neurológica autoinmune, que afecta principalmente a mujeres.
El sistema defensivo del organismo ataca a la mielina,una substancia que recubre y aísla las células del cerebro, de la médula espinal y del nervio óptico. Cuando se destruye este aislamiento, las señales eléctricas no pueden ser transmitidas correctamente a las neuronas, con lo que estas dejan de funcionar normalmente. Esto provoca una serie de síntomas que van desde un simple hormigueo en brazos y piernas a la parálisis o la ceguera.Así, cada persona afectada por esclerosis múltiple desarrolla síntomas diversos en función de la zona del cerebro que sea afectada.
Se desconocen sus causas y no existe cura por el momento.
En la actualidad hay unos 40.000 enfermos de EM en España, 500.000 en Europa y más dedos millones en todo el mundo.
Los síntomas habituales son:
- Sensaciónde debilidad
- Fatiga
- Hormigueo en brazos y piernas
- Alteración de la vista (visión doble, pérdida de agudeza visual, etc.)
- Dificultad para vocalizar o articular palabras(disartria) y para elaborar el lenguaje (afasia)
- Temblores
- Dificultad para coordinar los movimientos(ataxia)
- Incontinencia urinaria
- Alteraciones en el carácter, cambios de humor
Tipos de Esclerosis Múltiple:
La EM suele manifestarse en forma de episodios temporales. La frecuencia y virulencia de éstos determinan qué tipo de EM se padece.
- Remitente recurrente:Brotes períodos sin empeoramiento de la discapacidad entre cada episodio
- Secundariamente progresiva: Inicialmente cursa como remitente recurrente para luego pasar a empeorar progresivamente.
- EM primariamente progresiva: la discapacidadaumenta desde el inicio
- Progresión de la enfermedad puntuada por períodos temporales de estabilización y mejora ocasional.
No existen pruebas específicas para la esclerosis múltiple. En su lugar, el diagnóstico de esclerosis múltiple se basa en descartar otras enfermedades que puedan producir signos y síntomas similares, lo que se denomina “diagnóstico diferencial”.
Es probable que el médico comience con una revisión exhaustiva de la historia clínica y una exploración.
Antes de decantarse por algún tratamiento, el paciente debe tener en cuenta su estilo de vida, los beneficios y riesgos que aportan cada terapia, así como los efectos secundarios. El consejo del neurólogo es fundamental, ya que cada caso es único.
- Tratamiento agudo de los brotes: Cuando aparece un nuevo brote de la enfermedad, es posible tratarlo para disminuir la duración y la intensidad de los síntomas. El tratamiento utilizado son los corticoides y la vía de administración más común es la intravenosa (introducir en el organismo por la vena), aunque en algunas ocasiones puede administrarse por vía oral.El hecho de recibir o no tratamiento con corticoides acelerará la recuperación, pero no modificará la recuperación a largo plazo.
- Tratamiento crónico modificador de la enfermedad: El objetivo principal de estos fármacos es el de reducir la frecuencia y la severidad de los brotes (ataques clínicos). Estos tratamientos también disminuirán la acumulación de lesiones(áreas dañadas) en el cerebro y en la médula espinal. Estos medicamentos resultan más eficaces cuanto antes se empiecen a tomar, tras el diagnóstico definitivo y antes que la enfermedad haya causado daños significativos al organismo.
“Gracias por vuestra profesionalidad y atencion”